Buscaba un recuerdo, una nota perdida,
un espacio en el tiempo,
una excusa sin prisa,
una cita en la noche más precisa,
sin relojes, sin horas, sin que se asomara la luna,
una carta con una sonrisa escondida,
esos ojos traviesos tras esas lìneas medidas.
Te buscaba a ti, en la noche más oscura,
en el recuerdo,
en la brisa,
en las noches sin luna, en las lunas ocultas,
tras las estrellas dormidas,
en el espacio màs oscuro, sin brillos de luna.
Pero no estabas, no te hallaba, no podía encontrarte,
ni tampoco mirarte, tal vez recordarte, pero tarde sería.
Tarde la idea de volver a tenerte, de volver a encontrarte y en tus brazos perderme.
Volar con tu música a un espacio sin límites,
donde no me halle el tiempo,
donde no exista la prisa,
atada a tu mano,
donde no canten los gallos ni pasen las lechuzas,
anunciando la noche, la hora de tu partida,
un adiós, un vuelo, un retorno prometido, la sonrisa fingida,
lágrimas escondidas, el abrazo acongojado,
una vez más a los recuerdos,el deseo de volver a verte,
de no querer más extrañarte,
de querer olvidarte de repente y tal vez
lograrlo un día, para aliviar el alma,
para calmar las penas,
para dejar de esperarte y sufrir tu ausencia,
abandonar los recuerdos entre la aurora que asoma y la neblina
ajena a la noche,
en la noche que se va
y se lleva los recuerdos,
acaso un pedazo de vida,
un recuerdo, un pasado,
un tropiezo, un adiós...
sólo un trozo de mi vida.
jueves, 6 de octubre de 2011
martes, 14 de junio de 2011
Soñé contigo anoche....y desperté contenta
Soñé contigo anoche,
era tu sonrisa desbordante la que iluminó mi rostro de vida,
tu mirada chispeando alegría, contagiaba mis ojos, inundándolos
con extrañas notas de alegría y melancolía,
Eras tú, había deseado tanto verte y estabas al frente,
tocando a mi puerta, con ese semblante varonil, lleno de picardía.
Eras tú y mis piernas temblaban junto a mis labios,
por no saber nada que decir.
Y es que había ensayado tantas veces qué decir y qué hacer,
si te volviera a ver,
que simplemente enmudecí de repente al tenerte al frente,
y mis ojos lloraron al ver tu rostro sonriente, lleno de vida,
que despareció de repente, esfumándose en la noche,
que me hizo volver aquí,
despertar sonriente,
porque te tuve en mis brazos de repente,
en algún buen sueño,
del que nunca debí despertar.
sd zln...
martes, 29 de marzo de 2011
Tiempos del ayer....que no volverán
Recuerdo tu risa cargada de vida, tus párpados caídos desbordando entusiasmo,
tu mirada pícara atravesando mi vida... y la conexión más completa
de tu adolescencia enlazada con la mía..
tu mirada pícara atravesando mi vida... y la conexión más completa
de tu adolescencia enlazada con la mía..
Aquellos tiempos de minifaldas y copetes brillosos engomados con gel, tiempos aquellos de rockandroll aún grabado en cassettes, donde no existían los Ipod's ni los USB's.
Tiempos aquellos, en los que tú ni yo sabíamos nada del mañana, pero vivíamos sin prisa, disfrutando los instantes, riendo de las ocurrencias,opacando las lágrimas de los conflictos con una mueca...Tiempos intactos del ayer, que fue tuyo y mío a la vez...huellas del ayer que viví una vez y no volverá otra vez"....
jueves, 17 de marzo de 2011
Un día de esos que a todos nos pasan
No te ha pasado a veces, que estás en un día de esos tan acelerado, te pones lo primero que encuentras y sales muy de prisa de casa. Vas de banco en banco, por los centros comerciales y las librerías. De pronto, sientes que las miradas te persiguen pero ignoras el porqué. Luego, te sientas muy agitada en los asientos de espera de un banco y, de repente, alguien te toca la espalda y te dice muy disimuladamente: "Srta, disculpe", "¿si?", "tiene la etiqueta de su blusa colgándole por la espalda" ...Te pones de mil colores y no te queda otra que agradecer, sacarte la etiqueta descaradamente y sonreír.
Un día de esos tuve hace poco, día de largas colas en los bancos, compras en el supermercado, búsqueda de útiles en las librerías, sin tiempo para almorzar, corriendo de un lado a otro. Todavía era una de esas etiquetas grandes y rectangulares, que vienen colgadas de a dos en una cadenita, de bastante grosor y con el precio incluido. Recién entendía por qué llamaba tanto la atención.
Otro día, salí a la calle con una etiqueta larga pegada al pantalón, que decía la talla en un número grande y vistoso. Así anduve toda la mañana, y cuando regresé a casa, agotada con todos los paquetes encima, que ni la cara se me veía, mi sobrina, en tono inocente me pregunta: “¿tía, que así has ido a la calle?, tienes la talla bien grande en la pierna!!!!”… Pucha, para ese entonces, ya había andado por todos lados, publicando mi talla a los sapos; para otros, simplemente haciendo el ridículo.
miércoles, 9 de marzo de 2011
La niña de la esquina
He pensado mucho en la niña de la esquina. Su madre vende pipas en la calle “a sol las heladas señorita”, mientras ella juega con los sorbetes, que ahora coloca su madre en una que me ofrece al pasar.
No pienso en la sed que apagarían aquellas aguas frescas bajo el implacable y agotador sol de Piura, tampoco en el cansancio de mis pies ni el dolor de mi espalda. Pienso más en aquella inocente niñez perdida, en la niña de madre callada y mirada perdida, que juega con cañitas de plástico y los restos de cáscaras de pipa. ¿Tendrá juguetes en casa?, ¿tendrá otras distracciones y estímulos a parte del rumor sordo de los autos que vienen y van, entre el tumulto de una vía tan transitada?
Su madre no le habla, tampoco la mira, sólo la toma del brazo de vez en cuando, en un intento casi mecánico para evitar que atraviese la pista; la que hasta ahora no conoce del otro lado y le atrae, no por ser el portal de la universidad más prestigiosa de la ciudad, sino por la gente distinta que cada día aparece, diferente a la que ve en su pequeño entorno y que su madre no se atreve a mirar.
Ella sólo vende sus pipas, quién sabe desde cuándo y cómo, pero acaso suene absurdo, lo que más importa es saber por qué eligió este sitio, ¿quién compraría pipas a la salida de una universidad particular?. Tal vez los extranjeros que se albergan en el hotel de al frente, quiénes preferirán tomar agua de pipa a una copa de helados, porque de algún modo caracteriza a la idea rupestre que tienen de la ciudad.
Andy se llama la niña, ella no sabe hablar, tampoco escribir, no sabe más que su nombre que ni siquiera pronuncia, porque también es tímida como la madre o tal vez porque le enseñaron que sólo debe callar. ¿Cómo crecerá esta niña?, no va al colegio, no recibe estímulos de su madre, tampoco tiene quién le enseñe las vocales ni los números. Sus pasos pequeños no pasan de aquella esquina, que es como su casa en medio de la ciudad.
Qué pensaría la niña de la esquina, de mirada triste, sin calzado y carita sucia, sin un juguete en la mano, menos un libro, tampoco una fruta distinta a la pipa, menos un vaso de leche en su mesa, ni una camita, y que ahora duerme en los brazos de su madre, quizá cansada de ver la repetición constante de los autos cruzarse, de la gente apurada que no la nota pero que ella admira con una sonrisa.
Qué será de su vida creciendo tras ese cerro de pipas, cobijada bajo el techo de una carpa roja, que es también como su casa, pues la acoge durante el día cuando no juega bajo el sol, embarrándose más las manos en un jardín cercano, que ya estaban sucias con los trozos de pipa.
Su madre la mira pasiva pero no opina, su abuela también está cerca tejiendo un sombrero de paja, absorta en silencio, despierta en el vacío.
Que será de aquella niña triste parada en la acera de una esquina, tras una torre de pipas heladas, que me quita el hambre con su mirada nostálgica, cada vez que intento cruzar la calzada y no puedo ignorarla, porque pienso en su vida y más en su incierto porvenir.
Cosas de niños
Tratando de encontrar una razón del por qué mi hijo confunde el nombre de su pediatra llamándolo “Dr. ZAPATO”, llegué a la conclusión que su pediatra es el Dr. GAMARRA, por lo que le suena a “AMARRA”, y de ahí su confusión con su querido “Dr. Zapato”, que además no le regala paletas de dulce como su “Dr. Hamburguesa”, el Dr. Pachos (nombre de un restaurant en Sullana, famoso por sus hamburguesas y que además queda en la esquina de mi casa).
martes, 22 de febrero de 2011
Me lo recordó la lechuza
La lechuza que cruzó cansada el estrecho puente de madera, supo que no volvería a verte…pero también me ha dicho que se acercan días oscuros tal vez, sin sombras bajo la luna, sin luna entre las sombras…y que así como partiste a otro continente, me recordó también: que con la brisa suave del viento te conocí un día de verano, sonriendo de frente, con los ojos hinchados, queriendo decirme ligeramente al oído, lo mucho que en mí habías pensado y el gusto que te daba verme.
Un negrito con ritmo…
Un rapero que sube de pronto al autobús interprovincial, cargado de pasajeros, en medio de un calor infernal, interrumpe bruscamente mi sueño, no me deja dormir. Pude haber renegado, pero su música es buena, su voz suena bien, su apariencia es de un negrito medio afro-centroamericano, pero “Soy de Colombia chico”, le responde a alguien que también despertó probablemente con su parlante rapero y sintió curiosidad como yo, de dónde salió este negrito habanero que parece extranjero y además tiene buen ritmo.
En tu historia y la mía
Cualquiera pensaría que es tarde, pero encontrarte tras muchos años no fue una locura, tampoco una jugada del tiempo, no es cuestión del destino, ni siquiera una gran ironía.
Tampoco fueron las premoniciones absurdas que me dijo la gitana joven de la esquina al comprarle un dije de cuarzo, que arrojé en los jardines de un parque tras descubrir que tenía razón en lo que se venía. Es lo en que tu historia y la mía estaba escrito mucho antes de que empezara tu vida y la mía estuviera siquiera en proyecto.
No puedo culpar a la luna, tampoco juzgar al tiempo. En el camino del sol hacia la luna, simplemente se detuvo el tiempo intentando tomar un atajo, quiso tomar un descanso, pero pasó de largo ignorando la ruta.
Aquí estoy, intentando detener el tiempo, dándole vida a mis líneas, saboreando recuerdos, sorteando caminos, evadiendo decisiones, haciéndolas mías, esperando sin prisa, moldeando las puntas haciéndolas curvas, recorriendo los días. Aceptando mi historia.
viernes, 4 de febrero de 2011
Memorias ratoniles...
¿Qué no he hecho yo en mi vida?
Fui editora y productora de mi propia revista, tuve una casa grande y bonita, una familia que creía bien constituida, fui coordinadora de la maestría, fabricante de artesanías muy cotizadas en Chiclayo y Piura, hasta el extranjero se fueron mis cuadros. Vendí llaveros de peluche en la escuela, que yo mismo hacía en casa y mis amigas compraban esperando la novedad que les traía. Confeccioné tarjetas de pergamino en mi vida universitaria, para mis amigos más enamorados de sus enamoradas, pagaban lo que les pedía, por tamaño y decoración las preferían, mientras más grandes más caras, me alcanzaban para mis separatas del examen de la siguiente semana. Fui vigilante de biblioteca y en esos oficios conocí a mi mejor amigo, el mejor de toda la vida, a quién siempre guardo en mi corazón. Yo sufrí mucho su partida, pero ahora sé que aunque no se comunica, en sus oraciones siempre me encomienda.
También fue profesora de Lengua, multifacética mi hijita me ha salido, pensó un día mi padre. Fui feliz haciendo mis pininos de docente en Lengua Castellana para los cachimbos. Me encantaba ese papel, era recontra machetera, me amanecía corrigiendo exámenes finales y prácticas, preparando las clases prácticas que los alumnos en su ferviente adolescencia no atendían, y se me ponían sabrosos pero los sabía callar con mi cara de suegra. Renegaban mucho los chicos, porque esta mocosa que se habrá creído que va a venir a jalarme, no es ni catedrática siquiera, y se cree la Marcela Zapata sin cursar ni el quinto ciclo de su carrera.
Y, también fui consultora de productos de belleza en mis tiempos austeros, cuando de brazos cruzados jamás me quedaba, mientras una chamba mejor encontraba y de paso me servía pa’ cubrir mis gastos de maquillaje.
¿Qué no habré hecho yo en mi vida? Gané concursos de marinera cuando era niña, hasta Huancayo llegué representando a mi colegio en la selección de danzas. La primera vez que me dejaban viajar sola, primera experiencia que me ayudó a salir de mi faceta de niña sobreprotegida. Presidí la asamblea estudiantil de mi colegio, se instauraba por primera vez en “el Vedruna”, así me gané el respeto de alumnos y profesores, de un colegio al que llegué muy tímida porque procedía de una escuela estatal. Llegué al colegio más pituco de mujeres en Sullana, con cara de bicho me veían. Venía acaso con el primer puesto de la primaria, sin que nadie lo sospechara, peor imaginaban que destacaría al término de la secundaria. Depresión me dio por el cambio de colegio, bajé del primero al quinto puesto y fue el mayor golpe para mi autoestima. Perdí seguridad y ganas de sonreír, en clase no me concentraba. Pero, pronto encontré ayude, la hermana Cecilia me salvó la vida, me sacó de ese trance oscuro y volví a ser la niña alegre y brillante que el María Auxiliadora ya conocía. Volví a bailar, a pintar, y llegué a dirigir los desfiles patrios como brigadier de estado, a llevar la bandera los lunes y días solemnes y a ser amiga hasta de las señoras de la limpieza.
Me gané el cariño de toda mi aula, dibujando los mapas de la mayoría cuando tocaba revisión del cuaderno de Geografía. Me nombraron brigadier general y con las simpatías vinieron también las envidias. Pero aún así sobresalía, brillaba y bailaba, y así era simplemente feliz…lo único que no logré bien fue entonar el himno a Sullana en las clases de música, ni tocar bien la guitarra. Con las justas aprobé el taller de costura y a fuerza de quemarme las pestañas aprendí cuáles eran las teclas de la máquina de escribir, que la profesora nos tapaba o cambiaba de posición para el examen. Lloré con la primera vez que me jalaron en las clases de mecanografía, todo mi promedio me lo bajaba, había sufrido para llegar al primer puesto, compitiendo con dos o tres de mi aula. Pero parece que no me quería la tía. A punta de esfuerzo le demostré que sería una injusticia si a desaprobarme volvía, porque esta vez hasta con los ojos vendados escribía. Y me sentí muy orgullosa cuando aprobé con 16 el curso, era bien yuca la mecanografía. Pero ahora escribo con facilidad en el teclado y no tengo problemas si no están las letras en su sitio.
También me quisieron jalar en las clases de costura, siempre he dicho que prefiero mil veces bordar o tejer a pasar el hilo por la aguja. Me pidieron que cosa un vestido, era la nota final del curso. Mi madre en casa corregía mis errores de costura, había puesto mal los moldes, qué aburrida era esa clase, cómo prefería estar bailando en lugar de pasármela calcando unos moldes que no le hallaba forma sobre la tela, pucha era torpe para la costura. Pero era feliz cuando hacíamos manualidades, ahí sí que no me ganaba nadie, para representar al aula dejaban siempre mis muñecos y todas las artesanías que nos dejaban.
En mi paso por la adolescencia, una pícara mirada y unas muelillas escondidas tras una sonrisa traviesa, me pusieron de mil colores, no sabía hacia dónde huir con mi mirada, todo intento cobarde fue inútil, un flechazo inevitable vino tras ese gran encontrón. Vinieron más miradas fugaces y sonrisas correspondidas, las visitas a escondidas, los encuentros a media mañana, las cartitas de amor perfumadas, las leía toda la promoción, se morían de emoción mis compañeras y yo roja de amor e ilusión. Luego, lideré un club en la provincia, que se formó tras las lluvias del fenómeno de El Niño, caseríos y asentamientos humanos inundados, un canal que rebalsó su capacidad, niños con hambre viviendo de la caridad, familiares y amigos tras una sola causa: ayudar.
Hoy le sonrío a la vida, de mi niñez y adolescencia guardo los mejores recuerdos, de mi liderazgo en la juventud muchos más, los mejores amigos hice ahí, gran parte de mi personalidad pude definirla con ese gran paso. Tuve una pausa luego un poco tormentosa. Pero ha pasado ya el tiempo, he logrado voltear la hoja. Estoy segura que por fin se irá la tormenta, he visto nuevas aves volando muy cerca, el cielo está cada vez más despejado, también ha brillado cada vez más la luna, nuevas salidas se me ocurrirán.
Del cine disfruto a veces con mis amigos, bailo poco pero de vez en cuando pinto. Soy feliz escribiendo y cuidando a mis plantas, y de los misterios y complejos de la vida me enamoro cada día. Aunque me saca la mugre a veces, pero me trae los momentos más supremos que por nada cambiaría: ver crecer a mis hijos, acompañarlos cuando están enfermos y sobre todo cuando me necesitan. Tengo dos hermosos hijos y nada más que pedir. Soy fuerte y valiente, y aunque enfermo mucho a veces, de mis males he aprendido a burlarme, a ellos me adapto cuando un inesperado olor a lluvia me trae también un punzante dolor en mis rodillas. Pronto se pasará, pienso sin prisa, tratando de que la depresión no me gane.
Llegaré muy lejos esta vez, alguna vez lo dije. Y escupiste al viento, arrojándome lejos, pero aquí estoy ahora. No totalmente sana como quisiera, quizás. Pero soy feliz, de mis flaquezas y errores voy aprendiendo, creciendo y riéndome de la vida, luchando por ver a mis hijos felices.
Hoy he llegado lejos, extrañarás mucho más que mis ocurrencias, pero ya nada sabrás sobre mí. Mis líneas para ti se han acabado, una inspiración nueva ahora tengo, una dulce emoción que me hace escribir y escribir.
A solas...
Ahora estoy mejor que nunca, huele a lluvia y escucho mi canción favorita. Escribo con la luz de mi lámpara azul, y siento entrar un ligero aire fresco por mi espalda.
No estás aquí, pero qué importa. Soy feliz, disfruto de mi soledad ahora más que nunca y si tuviera un chocolate en mis manos, sería el momento más perfecto y completo.
martes, 25 de enero de 2011
Nunca supe de ti
Mientras dormía te veía en sueños y no entendía por qué.
Mientras no sabía nada de ti, no podía extrañarte. Mientras no tenía ningún indicio de ti, no podía hacer más que ignorarte.
Tu sombra perenne me resguardaba sin saberlo y yo sin saber nada de ti.
Estuve contigo esta noche...
El perro del hotel entraba y salía,
Sus pasos cansinos arrastraba y su sombra se perdía entre la noche a punto de convertirse en día. Se mantenía en vigilia esperando a su dueño. Habría salido sin despedirse siquiera, con las primeras horas del día.
El perro en silencio entraba y salía. Sus párpados tristes parecían cerrarse.
Habría esperado toda la noche, hasta acabarse los últimos rayos de la luna.
Lo había visto ambular por la playa. Yo tampoco dormía. Sus pasos tristes me recordaban que estaba sola y que por disfrutar de un momento de mar y de brisas bajo la luna, mis pies no sólo helados estaban, sino que la brisa habría penetrado mis huesos. La fuerza que la noche me inspiraba, me hizo perder la noción del tiempo. Acaso habría visto perderse tu sonrisa entre las olas…y quizá, extrañé algo más que tu risa.
El pesado cuerpo del perro que me hacía compañía, volvía a cruzarse por la playa, esperando a su dueño en su larga agonía, volviendo a sus pasos repetidas veces, arrastrando su cuerpo casi dormido.
La noche se acaba, y estuve contigo en mi mente hasta agotarse y consumirse la luna entre las olas. El perro por fin duerme. Lo venció el cansancio y su dueño no regresó.
De ti no sabía nada
Dicen que te fuiste de noche, en cuarto menguante la luna.
Y al saberme de blanco, lloraste más de una luna.
Por mí preguntaste, de mis pasos sabías,
me amaste en silencio, susurrando mi nombre en contra del tiempo.
No podía escucharte, en mi memoria ya no existías.
Yo ignoraba tu vida y tú de mí, no por mi boca supiste.
Yo de ti no sabía nada, sólo en tu nombre pensaba,
cuando una extraña sensación me despertaba,
cada vez que contigo soñaba.
Frente a la luna dormida
Entre el mar y la luna ahora dormida, recordé tu silencio cantándome al oído. Tu sonrisa se mezcló con el rumor de las olas.. y tu mirada volvió a juntarse con la mía.
sd dwsqzñn.
Intentaré borrar muros y millas esta noche....
El silencio solitario de la madrugada, se hace más sordo y frío y el susurro de las olas me recuerda que no estás aquí... pero tampoco ahí.
La noche avanza y el silencio ha dejado de escucharse entre el murmullo seco de las olas..el tiempo se ha ido, se perdió entre esa porción del mar que no he vuelto a ver más. Se extravió con el reflejo débil de la luna, con las estrellas que hoy no brillaron, con la humedad negra de la brisa...se fue quizá con la luna que se asomó triste esta noche y dejó de brillar entre los aleteos plateados de una lechuza.
Como la luna oculta ahora y la lechuza que me acompañó entre el rumor frío de la madrugada, intentaré borrar muros y millas esta noche, buscando encontrar un punto común al recuerdo , que ahora no solo es tuyo, sino mío otra vez.
De anoche mientras caminaba por la playa, esperando encontrarte.
La arena mojada ya no me deja ver tu nombre. Se ha borrado con la última ola que mojó mis pies.
La brisa helada que penetró mis tobillos…me ha dicho que oyó tu voz en una playa lejana. Me susurró al oído algo que no pude alcanzar a comprender. Me dijo que con el último rayo de la luna se vio tu sombra reflejada en el agua y la orilla volvió a mojarse otra vez, pero ya no eran gotas de lluvia sino de tu rostro gris destilando tristeza, en un ahogado deseo por volverme a ver.
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