La arena mojada ya no me deja ver tu nombre. Se ha borrado con la última ola que mojó mis pies.
La brisa helada que penetró mis tobillos…me ha dicho que oyó tu voz en una playa lejana. Me susurró al oído algo que no pude alcanzar a comprender. Me dijo que con el último rayo de la luna se vio tu sombra reflejada en el agua y la orilla volvió a mojarse otra vez, pero ya no eran gotas de lluvia sino de tu rostro gris destilando tristeza, en un ahogado deseo por volverme a ver.
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